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Secuela de "El Camino de los Reyes" (aquí reseñada) del prolífico escritor Brandon Sanderson, y parte de la saga "El Archivo de las Tormentas". Originalmente publicada por primera vez en 2014 - y contando con ilustraciones de Michael Whelan (quien, entre otras obras, ilustrara también "La Torre Oscura" de Stephen King) - continúa con las historias de Szeth, Kaladin, Shallan, y Dalinar, como principales protagonistas, dándole lugar al desarrollo de otros más que interesantes personajes.
Como recordarás (si leíste el libro anterior), Szeth (El Asesino de Blanco), había sido enviado por los parshendi a eliminar al rey alezi, Gavilar Kholin (con éxito). Como consecuencia del asesinato, el hogar de los alezi, Alezkar, ha reunido a todos los altos príncipes vasallos para declararle la guerra a los parshendi, quienes se refugian en las Llanuras Quebradas, derivando en que la guerra se haya extendido por años, sin un claro ganador. Szeth (quien está forzado a obedecer las órdenes de quien posea su piedra sagrada) tiene una nueva misión: matar a Dalinar Kholin, El Espina Negra, el guerrero más experimentado, temido, y respetado de Alezkar.
Por su parte, Khaladin ahora está al cuidado de Dalinar y toda su familia - incluido el rey Elhokar, a quien culpa de la muerte de su propio hermano -. Sin embargo, Khaladin es un hombre de palabra, y también sus muchachos del Puente 4, quienes han sido también asignados junto a él a estas tareas. De mientras, aprovecha a practicar más con su poderes como Corredor del Viento, y la relación que estos tiene con su spren, Syl.
Después de que su barco naufragara, y sacando fuerzas de flaquezas, Shallan se dirige a las Llanuras Quebradas con un mensaje impostergable para Dalinar. Su viaje no estará exento de problemas, pero a su vez la ayudarán a forjar una personalidad que ni ella sabía que podría tener, y a seguir explorando sus poderes como Tejedora de Luz. También sabe que está prometida a Adolin, el hijo de Dalinar, y no está segura si este matrimonio arreglado sin que ambos se conozcan podrá resultar o no.
Si bien al principio cada arco individual de estos 3 personajes estaba bien separado, ahora los mismos se entrelazarán, enriqueciendo la historia con las interacciones entre ellos: un Khaladin, cuyo pasado le indica que debe odiar a todos los "ojos claros" como dé lugar, y por más que intente detestar tanto a Dalinar como a Adolin, no lo logra; una Shallan que intentará esconder su pasado familiar mientras lleva a cabo una misión de conocimiento (y un posible matrimonio) a la vez que descubre nuevos poderes y lidia con su insaciable curiosidad; y un Dalinar que está cada vez más entregado a las visiones que tiene, mientras se hace cargo de un reino que el inepto de su sobrino Elhokar parece no poder controlar. Todo esto a las puertas de lo que parece ser "el juicio final".
De los elementos más interesantes de esta secuela es la aceptación que cada uno de los 3 personajes principales parece tener de su destino. En Shallan esto es desarrollado a través de sus dibujos, su mirada entre inocente y fascinada del mundo que la rodea, y el irse haciendo una mujer atractiva y deseada, en un mundo hostil de una manera diferente al que se crío. El ir superando sus traumas de la niñez es el mayor desafío al que quizás se enfrenta, ya que descubre que el autoengaño impuesto como mecanismo de defensa, puede ser un arma de doble filo a la larga. Por su lado Khaladin debe lidiar con temas como el deber versus el querer, su propia capacidad de liderazgo (planteandose dilemas como el cómo saber que una decisión es la correcta cuando los caminos no son claros), los prejuicios, y el resentimiento que todavía ostenta. Dalinar no se queda atrás en sus obstáculos: aprenderemos quién era antes de ser el líder que es ahora, intentará sortear el qué dirán para finalmente demostrar su amor por su ex-cuñada, y hacerse cargo de un reino entero aunque lo tilden de loco y tenga una gran mayoría en contra.
Sanderson nos hace vivir un mundo fantástico al que no le faltan ni le sobran elementos descriptivos. Con momentos de acción trepidante y frenética, es capaz de también enredarnos en las intrigas palaciegas (al mejor estilo "Juego de Tronos"), así como en los momentos más personales que (no sólo) los personajes principales viven, ya que habrá lugar para Renarin, Adolin - ambos hijos de Dalinar - y Navani - el amor de Dalinar - tengan sus propias evoluciones; a la vez que otros personajes aparecerán a pie firme, como ser Taravangian (el rey de Kharbranth), Eshonai (una parshendi), y Zahel (un maestro espadachín), entre otros.
En un libro donde los dilemas humanos, personales, y sociales están a plena vista, la magia es también una fuerza poderosa dentro de estas páginas. La luz tormentosa presente por doquier no sólo es símbolo de poder de estos "iluminados", si no también un motor para la economía de cualquier reino. Los spren son otro elemento a considerar, ya que cada vez se descubren más, y hay algunos muy especiales, como el de Khaladin o el de Shallan (llamado Patrón).
"Palabras Radiantes" es una expansión y una evolución de "El Camino de los Reyes"; un libro que ahonda en un mundo fantástico brillantemente creado por Sanderson; un Sanderson que sabe jugar con los tiempos, y que utiliza sabiamente los flashbacks y los interludios (aunque a veces cueste un poco ver el porqué ese interludio en particular está allí). Un libro que en términos narrativos es apasionante y atrapante, y con el que uno no puede menos que fascinarse.
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